
Nuestro ADN está protegido por un refugio cromosómico, pero, a pesar de ello, sigue siendo muy susceptible al daño. Este daño puede conducir a la ruptura de las hebras de ADN y mutaciones genéticas cruciales, aquellas que están más asociadas con el desarrollo de enfermedades como el cáncer y una pobre funcionalidad y defensa inmunológica general.
El ADN tiene otra línea de defensa en forma de una enzima conocida como PARP-1. Cuando el ADN sufre daño, esta enzima se activa y lleva a cabo la reparación dentro de las células de ADN.
Sin embargo, PARP-1 requiere una enorme cantidad de energía para realizar las reparaciones, energía en forma de NAD+. Si los niveles de NAD+ dentro de las células se agotan, o se encuentran en niveles naturalmente bajos debido al envejecimiento normal, la capacidad de PARP-1 para llevar a cabo esas reparaciones cruciales del ADN se ve gravemente obstaculizada.
Pero dos estudios diferentes basados en animales han demostrado que el aumento de NAD+ dentro de nuestras células restaura la capacidad de PARP-1 para reparar las células de ADN y previene la muerte celular bajo estrés. De hecho, en los dos estudios, se demostró que la pérdida de memoria se retrasó mientras que la esperanza de vida se prolongó en los animales de prueba.
Entonces, para concluir, NAD+ influye directamente en la capacidad de nuestro cuerpo para reparar el ADN al proporcionar a las enzimas PARP-1 la energía que necesitan para funcionar.